miércoles, 5 de enero de 2011

Érase una vez... La escuela

Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, en un lugar cuyo nombre no puedo recordar, vivían unos hombrecillos que vestían con unas lindas togas y sandalias.
 Un buen día estos hombrecillos encontraron a un pequeño ser, un curioso ser… un niño. Pronto se dieron cuenta que este niño debía tener un lugar donde formarse para poder convertirse en un adulto sabio y muy culto. Es así como se creó un lugar llamado Escuela.
Los primeros maestros de la época del Medievo eran muy duros y serios, y la educación solo era posible para algunos afortunados. Llegó el Renacimiento y se retoman los grandes ideales de la Grecia clásica
Poco a poco la escuela fue evolucionando, pero seguía siendo muy dura y basada en el memorismo, no era un lugar de interés para los niños y no mostraba motivación alguna para los niños.
Afortunadamente aparecieron unos sabios que muy acertadamente pensaban que el niño era lo más importante en la educación, rechazaban la educación memorística, la autoridad en la escuela y planteaban nuevos métodos de enseñanza que desarrollasen el interés de niño. La escuela sería un lugar de libertad para el niño, un lugar en el cuál se gozara de un buen ambiente, luminoso, confortable, lleno de color e ilusión para el niño. Un lugar donde se aprendería de una forma feliz y tranquila.
La escuela debe ser eso, un lugar donde el niño desee ir, donde se divierta a la vez que aprenda, un lugar para sacar de su interior las ideas, donde  sienta interés por aprender y que el derecho a la educación no se convierta en un obligación.



1 comentario: