Los textos folclóricos
Textos de tradición popular, pero de
carácter literario. La fabula es una manifestación mixta, sería paraliteratura
folclórica.
Características:
- - Son populares, nacen, se desarrollan y se transmiten durante
siglos en el pueblo pero eso no quiere decir que sean conocidos. Antes del
siglo XX no se consideraba arte, ni literatura, ya que era creado por el
pueblo.
- - Son de transmisión oral.
- - Se reunían a calor de la lumbre para contar historias. -No se
protegía tanto a los niños, el sexo no era un tabú para ellos. La violencia
tampoco lo era.
- - La muerte tampoco se ocultaba
ya que era algo muy presente. No
son infantiles sino familiares. Habitualmente eran contados por las personas
mayores de la familia, también eran contados por caminantes. Puede ser
vertical de padres a hijos u
horizontales (trasmitido por los caminantes, los viajeros, historias de las posadas).
Estas historias van cambiando, lo que
implica que hay muchas versiones. Y como pudimos ver en clase existen distintas
versiones de La Cenicienta, La Bella Durmiente, Caperucita Roja, Los Siete
Cabritillos y el Lobo.
Algunos cuentos imitan a otros como es el caso de Los
Siete Cabritillos y el Lobo que “imita
en el final” a Caperucita Roja. Todos estos tienen distintas versiones pero hay
uno de estos cuentos conocido por todos nosotros que apenas ha cambiado y
podemos decir que sólo tiene una versión; no es otro que Los Tres
Cerditos.
Me ha parecido oportuno hablar sobre esta
historia porque es un cuento que permite mucha escenificación, es muy bueno
para trabajar con los niños ya que podemos pedirles que interactúen, lo que les
permitirá sentir más curiosidad y motivación por la historia.
Cuando se habló en clase de Los Tres
Cerditos me pareció muy interesante las respuestas que habían dado los
niños tras conocer el cuento:
Algunos niños concluyeron que cuando les
pase algo pueden acudir a sus hermanos mayores o a sus padres. Ellos siempre se
identifican con el cerdito pequeño y quieren ser o les gustaría ser el cerdito
mayor, que es el que hace la casa de ladrillo (aunque para mi desde siempre había
sido el cerdito pequeño) :)
Tras esto me gustaría ofreceros una versión
muy atípica de esta historia que leí en Cuentos infantiles políticamente
correctos de James Finn Garner.
“Había una
vez tres cerditos que vivían juntos en armonía y mutuo respeto con el entorno
que les rodeaba. Sirviéndose de los materiales propios de la zona que
habitaban, se construyeron cada uno una hermosa casa. Un cerdito se la
construyó de paja, otro de madera y el último de ladrillos fabricados a base de
estiércol, arcilla y zarcillos y posteriormente cocidos en un pequeño horno. Al
terminar, los tres cerditos se sintieron satisfechos de su labor y siguieron
viviendo en paz e independencia.
Pero su idílica existencia no tardó en verse desbaratada. Un día, pasó por allí un enorme lobo malo con ideas expansionistas. Al ver a los cerditos, se sintió sumamente hambriento, tanto desde un punto de vista físico como ideológico. Cuando los cerditos vieron al lobo, se refugiaron en la casa de paja. El lobo corrió hasta ella y golpeó la puerta con los nudillos, gritando:
-¡Cerditos, cerditos, dejadme entrar!
Pero los cerditos respondieron:
-Tus tácticas de bandidaje no te servirán para amedrentar a unos cerditos empeñados en la defensa de su hogar y su cultura.
Pero el lobo se negaba a renunciar a lo que consideraba su destino ineludible. En consecuencia, sopló y sopló hasta derribar la casa de paja. Los cerditos, atemorizados, corrieron a la casa de madera con el lobo pisándoles los talones. El solar en el que se había alzado la casa de paja fue adquirido por otros lobos para organizar una plantación bananera.
Al llegar a la casa de madera, el lobo volvió a golpear la puerta y gritó:
-¡Cerditos, cerditos, dejadme entrar!
Pero los cerditos gritaron a su vez:
-¡Vete al infierno, condenado tirano carnívoro e imperialista!
Al oír aquello, el lobo se rió condescendientemente para sus adentros. Pensó para sí: «Va a ser una lástima que tengan que desaparecer, pero no se puede interrumpir la marcha del progreso.»
A continuación, sopló y sopló hasta derribar la casa de madera. Los cerditos huyeron a la casa de ladrillo con el lobo pisándoles nuevamente los talones. Al solar que había ocupado la casa de madera acudieron otros lobos y fundaron una urbanización de recreo en multipropiedad destinada a lobos en período de vacaciones, diseñando cada unidad como una reconstrucción en fibra de vidrio de la antigua casa de madera e instalando tiendas de recuerdos típicos de la localidad, clubes de submarinismo y delfinarios.
El lobo llegó a la casa de ladrillos y, una vez más, comenzó a aporrear la puerta, gritando:
-¡Cerditos, cerditos, dejadme entrar!
Esta vez, y a modo de respuesta, los cerditos entonaron cánticos de solidaridad y escribieron una carta de protesta a las Naciones Unidas.
Para entonces, el lobo comenzaba a irritarle la obcecación de los cerditos en su negativa a contemplar la situación desde una perspectiva carnívora, por lo que sopló y resopló y volvió a soplar hasta que, de repente, se aferró al pecho con las manos y se desplomó muerto como consecuencia de un infarto producido por el exceso de alimentos ricos en grasas.
Los tres cerditos celebraron el triunfo de la justicia y realizaron una breve danza en torno al cadáver del lobo. Su siguiente paso consistió en liberar sus tierras. Reunieron a un ejército de cerditos que se habían visto igualmente expulsados de sus propiedades y, con su nueva brigada de porcinistas, atacaron la urbanización con ametralladoras y lanzacohetes y dieron muerte a los crueles opresores lobunos, transmitiendo con ello un mensaje inequívoco al resto del hemisferio de no entrometerse en sus asuntos internos. A continuación, los cerditos fundaron un modelo de democracia socialista dotado de educación gratuita, un sistema universal de seguridad social y viviendas asequibles para todos.”
Nota del autor: El lobo de este relato representa una imagen metafórica. Ningún lobo real ha sufrido daño alguno durante la redacción de esta historia.
Pero su idílica existencia no tardó en verse desbaratada. Un día, pasó por allí un enorme lobo malo con ideas expansionistas. Al ver a los cerditos, se sintió sumamente hambriento, tanto desde un punto de vista físico como ideológico. Cuando los cerditos vieron al lobo, se refugiaron en la casa de paja. El lobo corrió hasta ella y golpeó la puerta con los nudillos, gritando:
-¡Cerditos, cerditos, dejadme entrar!
Pero los cerditos respondieron:
-Tus tácticas de bandidaje no te servirán para amedrentar a unos cerditos empeñados en la defensa de su hogar y su cultura.
Pero el lobo se negaba a renunciar a lo que consideraba su destino ineludible. En consecuencia, sopló y sopló hasta derribar la casa de paja. Los cerditos, atemorizados, corrieron a la casa de madera con el lobo pisándoles los talones. El solar en el que se había alzado la casa de paja fue adquirido por otros lobos para organizar una plantación bananera.
Al llegar a la casa de madera, el lobo volvió a golpear la puerta y gritó:
-¡Cerditos, cerditos, dejadme entrar!
Pero los cerditos gritaron a su vez:
-¡Vete al infierno, condenado tirano carnívoro e imperialista!
Al oír aquello, el lobo se rió condescendientemente para sus adentros. Pensó para sí: «Va a ser una lástima que tengan que desaparecer, pero no se puede interrumpir la marcha del progreso.»
A continuación, sopló y sopló hasta derribar la casa de madera. Los cerditos huyeron a la casa de ladrillo con el lobo pisándoles nuevamente los talones. Al solar que había ocupado la casa de madera acudieron otros lobos y fundaron una urbanización de recreo en multipropiedad destinada a lobos en período de vacaciones, diseñando cada unidad como una reconstrucción en fibra de vidrio de la antigua casa de madera e instalando tiendas de recuerdos típicos de la localidad, clubes de submarinismo y delfinarios.
El lobo llegó a la casa de ladrillos y, una vez más, comenzó a aporrear la puerta, gritando:
-¡Cerditos, cerditos, dejadme entrar!
Esta vez, y a modo de respuesta, los cerditos entonaron cánticos de solidaridad y escribieron una carta de protesta a las Naciones Unidas.
Para entonces, el lobo comenzaba a irritarle la obcecación de los cerditos en su negativa a contemplar la situación desde una perspectiva carnívora, por lo que sopló y resopló y volvió a soplar hasta que, de repente, se aferró al pecho con las manos y se desplomó muerto como consecuencia de un infarto producido por el exceso de alimentos ricos en grasas.
Los tres cerditos celebraron el triunfo de la justicia y realizaron una breve danza en torno al cadáver del lobo. Su siguiente paso consistió en liberar sus tierras. Reunieron a un ejército de cerditos que se habían visto igualmente expulsados de sus propiedades y, con su nueva brigada de porcinistas, atacaron la urbanización con ametralladoras y lanzacohetes y dieron muerte a los crueles opresores lobunos, transmitiendo con ello un mensaje inequívoco al resto del hemisferio de no entrometerse en sus asuntos internos. A continuación, los cerditos fundaron un modelo de democracia socialista dotado de educación gratuita, un sistema universal de seguridad social y viviendas asequibles para todos.”
Nota del autor: El lobo de este relato representa una imagen metafórica. Ningún lobo real ha sufrido daño alguno durante la redacción de esta historia.
(Cuentos infantiles políticamente correctos
de James Finn Garner)
Me encantan los Cuentos Políticamente Correctos :)
ResponderEliminarTe lo anoto.
Me encanta también el nuevo look de tu blog ;)